Ilustración: Andrea Cacho
¿Todavía
funciona lo de la indiferencia?. Me parece que sí. Puede ser. Matalo con la
indiferencia era el consejo de mi madre. Pero la indiferencia a veces no es
estrategia sino sentimiento real, es decir, comunicación de un sentimiento de invisibilidad de nuestra
persona en unos casos, de desinterés en otros, de indiferencia: no nos
diferencian de nada, no nos aíslan como ente, no nos perciben o si lo hicieron
una vez, ya no. Es lo más doloroso cuando se pretende ser el centro del
universo como aquella tierra pregalileana. Pero no. Somos apenas una estrella
en millones y a veces ni eso, somos sólo un asteroide, un retazo de estrella a
la deriva que lo único que atrae son esquirlas de otros antiguos astros ya
muertos. Ya sin órbita, en caída libre rumbo a algún campo yermo donde
enterrarse parcialmente, sólo esperando ser tema de alguna crónica o motivo de
conversación pasajera.
Lo
paradojal es que a veces somos a la vez los soles de otros retazos de astros
alicaídos que quieren orbitar a nuestro alrededor. Indiferentes a ellos por
todos los costados, vivimos en nuestra propia piel el motivo de ser
indiferentes y esa certeza de saber por qué lo somos para otros es nuestro
propio castigo. Sabemos con dolor que esa indiferencia, mezcla de tedio y
repulsión es la que otros soles deseados sienten por nosotros.
¿Qué
situación sería la ideal? Quizás, entre muchas posibles: encontrarnos en un
sistema en funcionamiento, siendo sol y planeta, o dos esquirlas que van al
abismo. Pero juntas.
A.C
hay una esquirla que no me da bolilla...
ResponderEliminarEstará en la órbita de otro astro?
ResponderEliminarA veces es mejor la sinceridad aunque duela y nos duela. Una vez alguien me dijo: mi silencio te dirá mucho mas de lo que yo te pueda decir
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